"... Tuve una juventud difícil; fuí aprendiz de esto y estotro; estuve preso varias veces (me acusaron en cierta ocasión de haberle echado ácido a unas puertas); leí muchos libros anarquistas. Siempre he sido un tipo disconforme"
"Entrevista con Manuel Rojas" por Antonio Avaria. Árbol de Letras - abril de 1968. Editorial Universitaria.
Introducción
Ya lo decía Trotsky en sus cartas relativas a la Revolución Española. Decía: "Un anarquista militante vale más en [una] situación [revolucionaria] que un centenar de mencheviques vacilantes" (1).
¿Tendría conocimiento Manuel Rojas de estas palabras del líder revolucionario mundial? Palabras esas que plasmaban con certeza el pensamiento del gran líder revolucionario ruso y que, indirectamente, le hacían un guiño a su calidad de anarquista. "Consecuente y militante", tal como los prefería Trotski.
Me gusta pensar que éste escritor, argentino por nacimiento y chileno por derecho, sí tuvo conocimiento de estas palabras. Que si supo o al menos intuyo tal cuestión y que, al redactar aquel articulo en la revista Babel (2), a la memoria de Trotski vilmente asesinado por ordenes de Stalin, le retribuía la deferencia con él tenida. Eso, y el hecho de que las grandes mentes siempre piensan igual. Aún cuando unas mentes resuenan y brillan mas que otras, como la de Trotski, y otras, como la de Manuel Rojas, se esfuerzan por permanecer a la sombra.
La anarquía y la realidad en su obra
Manuel Rojas nació el 8 de enero de 1896, en la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina. Hijo de chilenos, sus padres deciden el retorno al país de la angosta faja. Corría el año 1899 cuando se instalan en la ciudad de Santiago. Pronto quedaría huérfano de padre, y su madre vista la situación económica agobiante, partiría con el a la Argentina. Es el año 1903 y un pequeño de cortos siete años, camina de la mano de su madre, rumbo a su natal Buenos Aires.
Como hijo único debió aprender a corta edad el valor del trabajo, cosa que dejó clara en todas y cada una de sus obras. La aflicción económica lo obliga a dejar la escuela contando con apenas once años de edad. A los dieciséis cruza la cordillera de los Andes, rumbo a la tierra de sus padres. En busca de mejores oportunidades de trabajo. Es el año 1912.
Fue peón en la cordillera, electricista, pintor de brocha gorda, vendimiador, artista circense, obrero en la construcción del ferrocarril trasandino, estibador, aprendiz de sastre, talabartero, linopitista del diario “El Mercurio”, empleado de la Biblioteca Nacional, consueta, actor teatral de compañías itinerantes y redactor en varias publicaciones, entre ellas “Los Tiempos” y en “Las Ultimas Noticias”.
En 1932 publica su novela inicial "Lanchas en la bahía". Obra a la que niega la primogenitura por considerarla cargada de metáforas. Anteriormente, en 1929, había obtenido el premio Atenea de la Universidad de Concepción y el premio Marcial Martínez de literatura.
Manuel Rojas conoció muy bien todo aquello sobre lo que trataban sus obras. El desfile de anarquistas, comunistas, demócratas, soplones, patrones, huelgas, sindicatos, periódicos, mujeres, amores, amantes, prostitutas… todo eso y mas perteneció en algún instante a su vida. Era tal su necesidad de presentar en sus obras la realidad (tal como era) que se aseguro el estar presente en ellas, a través de una suerte de heterónimo, un antihéroe protagonista de cuatro de sus novelas: Aniceto Hevia.
"Aniceto tiene del anarquismo una idea casi poética: es un ideal, algo que uno quisiera que sucediese o existiera, un mundo en que todo fuese de todos, en que no existiese propiedad privada de la tierra ni de los bienes"(3). Esta era por extensión la idea del anarquismo de Manuel Rojas, quien desde muy joven alzó las banderas del ideal acrata. Durante su vida realizó y se especializó en infinidad de oficios. Sin embargo, cambio constantemente de tarea. Con excepción de la escritura que lo acompañó hasta el final.
Como anarquista "ansiaba abolir las clases y organizar una sociedad en la que solo hubiese trabajadores"(4), aunque no sabia específicamente como. Sabia de antemano que nada había pasado, que nada había cambiado. Sabía que algo había que hacer. "Inaugurar policlínicos, poner bombas, échele para adelante. Unos miran y saben donde empujan, a otros no les importa para donde sea, con tal de empujar, mientras uno empuje esta vivo"(5).
Fuera de sus quehaceres, nunca pocos, y de atender a su familia, necesita ocuparse de los demás, no para ser diputado o recibir condecoraciones, sino por atavismo anarquista(6): "El deseo de libertad y tal vez amor que sale de la soledad del corazón humano, por enfermo que esté y a veces por eso mismo, y eso será lo que [se] busca y eso o algo como eso debe de ser también el anarquismo"(7).
Sobre el Pueblo y la Consecuencia Revolucionaria
"Nadie como él para recrear los ambientes sórdidos donde se desarrolla la existencia de gran parte del pueblo chileno, nadie como él para pintar las personas pobres, rastrear en su personalidad, reflejar los males del chileno común, especialmente, su atracción por el alcohol y el sexo. Nadie como él para internarse en los vericuetos de la pobreza, el desamparo, la estolidez, la solidaridad, los prejuicios sociales"(8). Es poco decir solo esto de él, puesto que fuera de mostrar la realidad, la desigualdad y la injusticia de cada día, critica el obtuso concepto, la reaccionaria idea, que los ricos aristócratas tenían (y tienen) sobre los pobres: "Hay mucha gente, entre la que nunca ha sido pobre, que asegura que el miserable, el pobre, no siente su pobreza ni su miseria"(9).
El reconocimiento internacional de Manuel Rojas lo llevó a viajar mucho, fue así como llegó hasta Cuba, Puerto Rico, Panamá, Venezuela y México dictando conferencias, y durante un año dicta cátedras sobre literatura chilena y americana en universidades de Estados Unidos.
En 1936 muere su esposa Maria Baeza, con quien tuvo tres hijos. Ese mismo año preside la Sociedad de Escritores, igual que al año siguiente. En el puerto de Valparaíso completó un año de estudios, recibiéndose de "Patrón de Yates".
Tenia claro que su deber como revolucionario era traducir las condiciones particulares de su país a un lenguaje comprensible también mas allá de las fronteras. Sabía donde debían estar sus lealtades durante el proceso prerrevolucionario de 1931(10). Lo sabía desde antes. No por nada en 1926 fue detenido junto a una veintena de obreros en el edificio de la Federación Obrera por orden del dictador Ibáñez, quien, pretendiendo ser único candidato a la presidencia, saboteo la proclama a candidato presidencial de Elías Lafertte, enviando a sus esbirros a golpear y detener a todos los presentes.
En 1951 ingresa al Partido Socialista. Es recibido con entusiasmo, confiándosele la divulgación cultural del partido. El día que debía comenzarla, el partido, en una actitud claramente oportunista, acuerda apoyar al dictador Ibáñez como candidato presidencial. El escritor envía rápida, breve y seca renuncia.
Fue profesor en la Universidad de Chile. Hijo Ilustre de Valparaíso y Premio Nacional de Literatura en 1957. En 1964 publica cuatro obras: "Historia Breve de la literatura chilena"; "Pasé por México un día"; "Manual de literatura chilena" y "Sombras contra el muro". En esta última ponía en boca de su hijo predilecto, Aniceto Hevia, las siguientes palabras, que simplifican su pensar en ese tiempo: "Otros hablan, escriben libros, matan verdugos o reyes, yo no puedo, cada uno en su puesto y con las armas que tiene, no hay que detenerse"(11). Y no se detuvo.
En 1968 publica, en forma definitiva, el libro de cuentos "El bonete maulino" y en 1971 con "La oscura vida radiante" concluye la saga que iniciara con "Hijo de ladrón" (considerado su trabajo más típico y logrado, 1951) y que continuara después con "Mejor que el vino" (1958) y "Sombras contra el muro". La vida de Aniceto Hevia es completada al fin. La del estaría pronta a serlo.
Entre Onces y Estrellas Rojas
Escribió también libros de poesía como su "Tonada del transeúnte" (1927) y el poema "Deshecha rosa" (1954), además de los ensayos "De la poesía a la revolución" (1938), "Pasé por México un día" (1965) y "Viaje al país de los profetas" (1969), entre otros.
Nunca dejó de criticar la sociedad capitalista ni las consecuencias que de ella derivan. En su libro "Pase por México un día", refiriéndose al oscuro cielo de Ciudad de México, diría: "¡Maldita sea! Los industriales son los asesinos del cielo". Y hablando de la desaparecida laguna de Texcoco, ubicada en aquel mismo sector, diría:"Agua eras y en polvo te convirtieron"(12).
Alcanzó a conocer el gobierno de la UP, pero moriría el 11 de marzo de 1973; afortunadamente sin ver la debacle democrática y la ascensión de un nuevo dictador, al que de seguro habría combatido fervientemente.
En sus cuentos y novelas hace continuos guiños al cristianismo, criticando a la cúpula clerical y el mal uso que daban al poder. Poder que contribuyo a la caída del gobierno de Salvador Allende el 11 de Septiembre de 1973. Quizás por eso mismo, y tratando de reinterpretar o interpretar correctamente el mensaje de Jesús, finalizaría el cuento "Pedro el pequenero" con la siguiente frase: "Abrió los ojos y vio, recortada en el cielo, la cabeza inclinada de Jesús. Sobre ella, allá lejos, una gran estrella roja iba naciendo"(13).
La vida de Manuel rojas es una vida claramente definida por un ideal. Un ideal que adquiere su cúspide en Chile con la lucha de los obreros del salitre. Ese ideal es el Anarquismo. A medida que se leen sus obras se adquiere conciencia de que todas llevan la marca indeleble de su vida. Y como su vida tuvo por norte un ideal, aceptemos que este ideal impregna también cada letra por él dibujada.
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Referencias:1.- Carta "El POUM y los Anarquistas", Pág. 257. Compilación de escritos y cartas de Liev Davídovich Trotski bajo el nombre de "La revolución Española".
2.- "Una Contribución para la Historia del Trotskismo Chileno" de Nicolás Miranda. Apéndice
3.- "El Último Combatiente" de Manuel Rojas. Ed "Clase contra Clase".
4.- "Mejor que el Vino" de Manuel Rojas, Pág. 725. "Obras Escogidas", Ed. Zig-Zag, 1969.
5.- "Manuel Rojas" de José Santos González Vera, Pág. 1183. "Obras Escogidas", Ed. Zig-Zag, 1969.
6.- "Sombras contra el muro" de Manuel Rojas, Pág. 711. "Obras Escogidas", Ed. Zig-Zag, 1969.
7.- "Manuel Rojas" de José Santos González Vera, Pág. 1185. "Obras Escogidas", Ed. Zig-Zag, 1969.
8.- "Sombras contra el muro" de Manuel Rojas, Pág. 713. "Obras Escogidas", Ed. Zig-Zag, 1969.
9.- "La narrativa anarquista de Manuel Rojas" de D.A. Cortés, Madrid, 1986.
10.- "Pase por México un día" de Manuel Rojas, Pág. 1061. "Obras Escogidas". Ed. Zig-Zag, 1969.
11.- En ese año en Chile (1931) se desencadenan una serie de hechos que culminan con una situación que puede ser definida como prerrevolucionaria. Esto es, previo a una revolución. Paros políticos organizados por los principales movimientos proletarios y sindicales del país; trabajadores y estudiantes actuando coordinadamente en contra de las fuerzas represivas y tomándose las calles de un Santiago sitiado. Ese era el panorama de aquel año.
12.- "Sombras contra el muro" de Manuel Rojas, Pág. 713. "Obras Escogidas", Ed. Zig-Zag, 1969.
13.- "Pase por México un día" de Manuel Rojas, Pág. 1067. "Obras Escogidas". Ed. Zig-Zag, 1969.
14.- "El delincuente, el vaso de leche, el colo-colo y otros cuentos", Pág. 120. Ed. Zig-Zag.
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Mas Información:
http://www.letras.s5.com/manuel200202.htm una entrevista a Manuel Rojas hecha por Antonio Avaria.
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras?portal=0&Ref=4097&audio=17 audio de la voz de Manuel Rojas leyendo un pasaje de "Hijo de Ladron"
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1 comentarios:
Manuel Rojas es un escritor que traspasa generaciones. Vale recordarlo por su apego al pueblo y a la lucha por la revolución.
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