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¡SOBRAN TANTOS DE AQUELLOS!

12 agosto, 2006

El tiempo no borra los pasos de quienes caminan sin dejar huella. Si no dejan marcas de su paso por esta tierra, no es el tiempo quien les afecta. Es el no dejar recuerdos, ni memorias olvidadas, en los corazones de quienes les quisieron.
¡Sobran tantos de aquellos!
Recuerdan tan a menudo que vivir es solo trabajar “por los suyos” y olvidan siempre decir “te quiero”. O luchar en nombre de ese “te quiero”. Viven porque el aire es gratis. Y la vida regalada, un azar de dados biológicos. Suspiran palabras ajenas, de formas redundantes, y faltas de sinceridad plena. Escuchan lo que “otros”, señores poderosos e hipócritas, dicen que debe ser libertad.
¡Sobran tantos de aquellos!
Hablan en contra del libertinaje y les advierten a sus hijos de esa plaga, que devastará la tierra. Perturban mentes de niñas y niños indefensos, ansiosos de respuestas, pero tan a menudo golpeados por manos que debieran dar cariño. Inventan mentiras de “tiempos mejores” que nunca fueron.
¡Sobran tantos de aquellos!
No hablan de sexo, más bien, dejan a la práctica el tutelaje de quienes debieron ser enseñados con amor. Esperan el hueso sin carne como perro viejo, y odian el color en la piel. Mas bien, ensalzan el blanco escaso de estas tierras.
¡Sobran tantos de aquellos!
Golpeadores compulsivos de esforzadas dueñas de casa. Burgueses obesos anclados a un sillón; atados a un control remoto. “Control” que no controla sus vidas, mas bien les niega las realidades de su pueblo.
¡Sobran tantos de aquellos!
No saben que un libro prende muchas llamas en los corazones. Corazones que luego abrirán alamedas de entendimiento, y construirán canales de igualdad, justicia y conocimiento. No. Ellos odian esos corazones flameantes. Los odian como a su mismo moreno cuerpo. Y se dicen clase baja, porque así les llaman los cancerberos.
¡Sobran tantos de aquellos!
Pero hoy sus hijos se levantan y exigen lo propio. Esos hijos se llaman Juan, Pedro y Diego. Se llaman Maria, Camila y Teresa. Tienen nombres de pueblo, porque de ahí provinieron. Sus hijos son dignos y guerreros. Altivas y revolucionarias. Exigen el fin de este juego. El juego en el que los involucraron: el juego de los sufrimientos.
¡Aún faltan tantos de estos!

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